Por más vueltas que le diese, Lucrecia nunca había llegado a comprender cómo, en los momentos más transcendentales de su vida, había asistido a esos acontecimientos de un modo extraño: como si en realidad aquello no le estuviese pasando a ella, como si fuera una actriz de reparto que estuviese representando un papel, del que al acabar la escena se iba a desembarazar casi sin esfuerzo.
Aquel día en que su hermana mayor murió en la aséptica habitación de un hospital, Lucrecia se vio envuelta en un torbellino de acontecimientos y sensaciones que escapaban a su control. Vio morir a su hermana sin que nada, ni nadie, pudiera impedirlo, como si hubiese existido un acuerdo tácito para que las cosas se desenvolviesen de aquella manera sin, por supuesto, haber contado con ella.
Su hemana mayor, con la que no se sentía especialmente unida, pero a la que admiraba desde niña, se moría. Se había sentido siempre deslumbrada por su inteligencia, por su independencia y su manera libre y poco convencional de vivir aquella existencia, que ahora se le antojaba tan breve. En los últimos meses se había ido apagando como una supernova, hasta convertirse en un vegetal. Y en aquellos momentos yacía en una cama, apurando los últimos instantes. Lucrecia no podía apartar la vista de sus brazos, idénticos a los suyos, pensando en que podía ser ella la que se encontrase en su lugar. Tuvo que ver la expresión en el rostro de su madre que, en aquel instante terminaba de comer, y no sabía qué hacer con una manzana. Divisar la figura de su padre al fondo del pasillo totalmente ajeno a lo que acababa de ocurrir. Pero ella en aquellos momentos no sentía nada ante esos familiares que empezaron a desfilar tan compungidos, como una actriz de reparto más, y no la protagonista; ni siquiera pudo llorar cuando su padre se derrumbó, ni cuando se la llevaron cubierta con una sábana en la camilla.
De todo esto han pasado muchos años, y en ese tiempo, casi ha logrado asimilar lo que ocurrió en aquel día de mayo. Ha podido derramar muchas lágrimas, y escuchar la música que a ella tanto le gustaba. Hizo un viaje a Londres para visitar su apartamento y los lugares que ella tanto amó. De vez en cuando se mira en el espejo y le devuelve la imagen de su hermana, como aquel día. Y la recuerda.