Hace un tiempo escuche un comentario que venía a expresar lo que de algún modo intento manifestar hoy, en un día en el que, si la sociedad hubiese alcanzado esos niveles de igualdad al que aspiramos, no haría ninguna falta celebrar. El comentario en cuestión venía a decir que el colmo de la discriminación de un ser humano era cuando se unían las siguientes circunstancias: ser pobre, mayor, de raza negra, fea, y por supuesto mujer.
Sabemos por experiencia que cada una de estos parámetros, ya de por si, condicionan la vida de una persona, pero cuando todos ellos se unen en una mujer, casi es mejor esconderse debajo de la tierra pues, uno se va a convertir en la diana de toda clase de abusos y discriminaciones, cuando no, (que nunca se sabe que es peor) será, a todos los efectos, un ser ignorado, invisible para los que le rodean. Otra cosa muy distinta y entonces asistiríamos a una discriminación positiva es ser mujer, joven y guapa. Todos sabemos lo que suponen esas tres realidades unidas y, la cantidad de puertas que se te abren al instante por "Tu cara bonita".
Ser mujer hoy, a pesar de los avances indiscutibles que hemos llevado a cabo en los últimos dos siglos, sigue siendo mucho más difícil que ser hombre, y no digamos en los paises que no forman parte de lo que llamamos el mundo desarrollado. Si te toca la china, y se te ocurre nacer en Africa, Asia, es decir en la mayor parte de los países del planeta, te arriesgas a sufrir entre otras cosas: ser lapidada, sufrir la amputación del clítoris, vendida, explotada económica y sexualmente, maltratada... aunque para muchas de estas cosas tampo hace falta haber nacido muy lejos. Cuando abrimos los periódicos todos los días, nos encontramos con toda clase de noticias que nos dan a entender que todavía estamos a años luz de esa igualdad a la que aspiramos las mujeres, y a la que deberían aspirar todos los seres humanos que formamos parte de este maltratado planeta.