domingo, 27 de junio de 2010

ESTÍO






A la sombra
de un árbol
el tiempo detenido
hará vibrar
la luz
entre las hojas.


El azul radiante
de los días
irá tejiendo
instantes
de alegría.


Tiempo de sosiego
de silencio,
de ir encadenando
sonrisas,
momentos para el recuerdo.



Dedicado a Ángela con cariño

miércoles, 9 de junio de 2010

LA DEPRESIÓN: ¿CUESTIÓN DE HORMONAS?




Hace unos días leí un artículo en un periódico que hablaba de la DEPRESIÓN como una patología que afecta mucho más a las mujeres que a los hombres.

Una de las razones que apuntaba el informe, como explicación de este fenómeno, son los desajustes hormonales que se producen en la fisiología de las mujeres. Según los estudios epidemiológicos hay más probabilidades de sufrir esta enfermedad desde la pubertad, hasta el final de la menopausia ( es decir, a lo largo de casi toda la vida de una mujer); de lo que se deduce que esta fluctuación hormonal, que se produce por la subida y bajada de los estrógenos, sería una de las causas que influirían en la mayor incidencia de dicha enfermedad en las mujeres con respecto a los hombres.

Pero, no cabe duda de que, a esas causas fisiológicas, habría que añadir otras no menos importantes relacionadas con factores psicológicos, sociales y culturales. No podemos olvidar que, a pesar de los enormes esfuerzos que la mujer viene realizando desde hace tiempo para romper con los roles del pasado relacionados con la sumisión y la dependencia del varón, la sociedad no deja de pasarle la consiguiente factura en forma de sobrecarga social. Y es ahí, bajo mi punto de vista, donde se unen toda una serie de factores que, unidos a una mayor predisposición, por las causas hormonales antes apuntadas, las que configuran un cóctel explosivo para la salud psicológica de las mujeres.

Cualquiera de nosotras que se ponga a analizar los trastornos que le sobrevinieron con la llegada de la pubertad, con los embarazos, los partos y postpartos... Y, para que no falte nada nos queda la menopausia... No se puede negar que la naturaleza nos ha mimado en exceso y que nuestra vida se ha desarrollado dentro de una estabilidad totalmente envidiable para los varones.

Si a todo lo apuntado anteriormente le unimos que sobre nosotras recaen la mayor parte de las cargas sociales y que, además el hecho de que por el mismo trabajo, las mujeres, por regla general, cobramos menos que los hombres, y que somos las primeras que, a una determinada edad terminamos engrosando la lista del paro y otras maravillas por el estilo, decidme, amigos míos, si todo esto no es para deprimirse.