sábado, 28 de febrero de 2009

Diálogos Tres


Son las tres de la tarde, enciendo la radio y una vez más me encuentro la sintonía de otro programa que no es el que deseo escuchar. Nunca pensé que se pudiera extrañar tanto un programa de radio.
A finales del pasado año, DIÁLOGOS TRES, un programa que venía emitiéndose en la radio pública desde hace más de veinte años, llegó a su fin. Diálogos Tres era más que un programa de radio, era una ventana que nos permitía asomarnos a otras músicas, aquellas que no tienen cabida en las emisoras comerciales, y que nos sorprendían por su calidad. Me siento muy agradecida a Ramón Trecet, realizador del programa durante toda su trayectoria, pues nos permitió conocer los sonidos de otras culturas, de otros lugares del planeta. Encender la radio y no saber con qué clase de melodías nos iba a obsequiar cada día, constituía un aliciente para no perderte el programa a las tres de la tarde. Gracias a Ramón, conocimos la música que se realizaba en Äfrica, en el este de Europa, en América del Sur, en Japón y en lugares remotos como Armenia, Uzbekistan...La lista de grupos y solistas que he conocido a través de este programa, ya desaparecido, sería interminable, (destacaría a Nightnoice, Clanad, Croke, Mercan Dede, Himecami, Locua Kanza, Astor Piazzola...) Pero he disfrutado tanto escuchándolo durante más de diez años, que no me resigno a haberlo perdido para siempre. Hoy quería compartir con vosotros esa ausencia, saber si alguno de vosotros comparte esa pérdida, y si conocéis algún programa similar en el que poder seguir escuchando esas músicas que tanto echo de menos.

domingo, 22 de febrero de 2009

CARNAVAL


No me puedo quitar tu amor
como si fuera un traje
y guardarlo en el armario
para que el tiempo lo apolille.

No puedo de golpe
cerrar todas las puertas
y arrojar la llave al vacío.

Me asomo a las ventanas
pero sólo veo sombras,
la piel del miedo
tapiza todos los sueños.

En este carnaval de invierno
he salido a la calle
para recibir al silencio,
que lleva máscaras antiguas
de dolor y olvido.

Llevo un disfraz de sombras
que me puse para esta fiesta.
Voy tejiendo y destejiendo
como Penélope
el hilo de tu ausencia.

sábado, 14 de febrero de 2009

A PROPÓSITO DE ELUANA


En estos días el caso de Eluana Englaro, la muchacha italiana que estuvo en coma durante diecisiete años, ha vuelto a reabrir el debate sobre el derecho a una muerte digna. El caso de Eluana ha removido conciencias, como ocurrió con Ramón Sampedro y otros similares, y en mi caso he vuelto a revivir los últimos meses de vida de mi madre. Con ochenta y tres años se le diagnosticó una insuficiencia renal irreversible, que la condenaba a tener que realizar sesiones de diálisis tres veces a la semana. Desde el primer momento, a mi madre, aquellas sesiones le sentaron fatal. Su descripción de lo que sentía durante aquellas horas que tenía que estar echufada a aquella máquina, era desoladora: Decía que se sentía morir mientras su sangre circulaba por aquellos circuitos que le provocaban subidas y bajadas de presión arterial, glucemia, y otros múltiples trastornos que, para una mujer de su edad, resultaban intolerables y, cuando nos la devolvían en la silla de ruedas, después de la sesión, aparecía desmayada, desmadejada y tremendamente desorientada. Después de tres meses de tratamiento, llegó un momento en que ya no pudo soportarlo más y decidió que no quería dializarse más, aquello no era calidad de vida, ni para ella, ni para los miembros de su familia.
Mi madre fue siempre una mujer excepcional, fuerte, valiente y generosa y lo fue hasta el final. Cuando nos comunicó su decisión, (cuidadosamente meditada y consultada) la familia se dividió, por un lado los que la apoyamos, respetando su decisión de no querer ir a morir enchufada a una máquina tres veces a la semana, y los que se rasgaron las vestiduras pensando que, lo que mi madre pretendía era suicidarse o algo por el estilo. Los que no comprendieron, ni aceptaron su decisión, era porque no tenían que despertarla cuando dormía placidamente y llegaba la ambulancia, y presenciar la expresión de terror en su rostro, su angustia y su impotencia ante el hecho de tener que acudir a una sesión de tortura. Tuve el privilegio de tener una madre como ella, y de estar a su lado hasta el último instante. El suyo no fue un acto de cobardía, sino de dignidad y de amor. Nos quería tanto, que no soportaba vernos sufrir, ni el ser para nosotros una carga y una causa de dolor inútil. Tomó su decisión y esperó pacientemente su hora con una serenidad y fortaleza admirables. Por eso hoy, y ante este debate sobre el derecho a una muerte digna, he querido expresar mi amor y admiración por ella y rendirle mi homenaje.

domingo, 8 de febrero de 2009

EL PASO DEL TIEMPO



Hace unos día estuve viendo "El curioso caso de Benjamín Button". Me pareció una película de una estructura densa, de la que se pueden hacer múltiples lecturas. Quizá porque trata del paso del tiempo (una de mis grandes obsesiones, no la única) la película me interesó desde el primer momento. No voy aquí a destripar el argumento de la película, pero si me voy a detener en una de las escenas que más me impactó: Una mujer en su lecho de muerte le cuenta a su hija la historia de su padre y dentro de ese relato le refiere el caso de un relojero ciego a quien le encargan el diseño del reloj de la estación de Nueva Orleans. Este relojero ciego ha perdido a su hijo recientemente en las trincheras de la Segunda Guerra Mundial. El día de la inauguración y puesta en funcionamiento del espectacular reloj, todos los presentes descubren atónitos que, el reloj funciona hacia atrás en el tiempo, y en un discurso estremecedor, el relojero, justifica ante el público que abarrota la estación, el sentido del curioso funcionamiento del reloj. La razón por la que el reloj desafía las leyes del tiempo, es su deseo de que todos los que marcharon a morir en el frente, incluído su hijo recién fallecido, regresen a casa. Mientras el relojero ciego va desgranando sus razones, desfilan ante los ojos del espectador las imágenes invertidas de los caídos en las batallas que, marcha a trás, resucitan y deshacen el camino que les devolverá de nuevo a sus casas y a sus familias. Esas escenas consiguieron emocionarme como hacía tiempo no lo había conseguido ninguna película por su belleza, por la fuerza de su mensaje que nos enfrenta a la muerte inútil de tantos seres en las guerras. La película, bajo mi punto de vista, es toda una reflexión sobre lo que el paso del tiempo va produciendo sobre los seres humanos, y cómo asistimos de manera pasiva e impotente a sus devastadoras consecuencias, da igual si fluye en el sentido natural, o en sentido inverso, al final a todos nos espera lo mismo: la soledad ante el nacimiento y la muerte, el aislamiento en la primera y en la última etapa de la vida, en última estancia, los extremos se tocan. Independientemente de que no me gusta demasiado el actor protagonista, (lo encontré demasiado plano, demasiado pasivo ante todo lo que le va pasando) y que la película en algunos momentos, se hace algo pesada, el planteamiento y la reflexión que se hace del paso deltiempo, me pareció absolutamente genial.