domingo, 29 de mayo de 2011

PUERTA DEL SOL / PLAZA DE CATALUNYA



Si ha habido algo que me haya devuelto la ilusión en esta primavera tan agitada, ha sido la irrupción de LA PLATAFORMA DEMOCRACIA REAL YA, más conocida por MOVIMIENTO 15DE MAYO y la bocanada de aire fresco que nos ha traído a todos los que esperábamos algo así desde hace tiempo.


El sábado anterior a la celebración de las elecciones, me pasé por la Puerta del Sol y me sentí como hacía tiempo que no me sentía en mi ciudad. Daba gusto recorrer el campamento y comprobar sobre el terreno todo lo que me habían contado: el ejemplo de civismo, democracia y buen ambiente que se respiraba por todas partes, que se traducía en rostros sonrientes, en miradas de complicidad conscientes de compartir un momento histórico sin precedentes. Disfruté leyendo las pancartas y los mensajes que transmitían y me sentí unida a esta juventud que, por primera vez ha levantado la voz para hacerse oír y manifestar que no le gusta lo que hay, que no tiene miedo y que ante un, NO FUTURO, se planta y le echa un órdago a los poderes establecidos, especialmente a los causantes de la crisis; a los políticos que se comportan como marionetas manejadas desde los mercados y que se han alejado de los ciudadanos, a quienes se les relega a depositar un voto cada cuatro años y a aguantarse con todo lo que ocurra después.


Después del descalabro ocurrido en las elecciones, con el avance de la derecha más espectacular de toda la historia de la democracia y que, por extraño que parezca, no se ha detenido a pesar de la corrupción, como si nuestro país se fuera Berlusconizando a pasos agigantados...,si no hubiera sido por lo que ha supuesto este movimiento ciudadano, a estas alturas, no sabría dónde meterme y estaría pensando pedir asilo político en algún otro lugar de la tierra que me ofreciera un panorama menos desolador.


Y qué decir de la solidaridad que el 15-M ha despertado, tanto dentro del estado, como en el exterior. Ha conseguido crear una corriente de ida y vuelta que convierte lo que pasa en Barcelona en asunto de Madrid y viceversa, esto señores, que yo sepa, no tiene precedentes. Al hilo de todo lo expuesto anteriormente, no puedo negar que me emocionó especialmente leer la pancarta que se exhibe en la foto que he elegido como cabecera de la entrada: "Si Barcelona no tiene miedo, Madrid no té por". Pensar que desde todos los estamentos se ha alimentado siempre la rivalidad entre las dos ciudades y que, sin embargo, la solidaridad frente a los mismos problemas, frente a la mala actuación de la fuerza pública, ha podido barrer de un plumazo.


Ahora, pasada la euforia de los primeros momentos, conviene sentar las bases para que esta democracia recién nacida se traslade a los barrios, a los pueblos..., para que los ciudadanos recobren el control sobre los acontecimientos políticos y económicos que les atañen; para ejercer una democracia directa y pacífica que los poderes tendrán que tener en cuenta de cara al futuro.

Este mes de mayo, además de flores, nos ha traído ilusión, optimismo y la secreta esperanza de que sí, de que algo nuevo por fin ha surgido y nada ya será igual de ahora en adelante.

viernes, 22 de abril de 2011

LA VIDA EN UN HILO




VIERNES 15, 02:15 A.M.

Casi en el duermevela, en esa frontera esquiva que separa la realidad del sueño, un sonido fuerte y seco le hace saltar de la cama y correr al cuarto de baño. En el suelo, boca arriba se encuentra su marido, los ojos en blanco, la cara sin color. La quietud inquietante del cuerpo derribado le provoca una subida de adrenalina que le impulsa a actuar con una rapidez que a ella misma le sorprende: le arroja agua fría a la cara, le levanta las piernas, le palpa el pulso en el cuello mientras oye los gritos de su hijo que llama a su padre una y otra vez, con la voz que forja la angustia cuando se mezcla con la impotencia.

-Llama al 112- le grita fuera de sí al muchacho. Se siente presa de una inquietud que le obnubila la mente, no sabe ya qué hacer.

Él ha abierto los ojos un momento y emite un ronquido fuerte y profundo que le hace temer lo peor, los ojos vuelven a cerrarse, ella se lo intenta impedir en todo momento.

El tiempo que transcurre hasta que llega la ambulancia no logra digerirlo, se le atraganta y le hace una bola en el estómago. No sabe ya qué siente, sólo desesperación y miedo. Miedo a perderle, a que se le vaya detrás de ese hilo frágil que conecta la vida con la muerte. Se ha dado un fuerte golpe en la cabeza, podría entrar en coma si le deja dormirse, lo único que él parece desear a toda costa.

Ahora él abre de nuevo los ojos y empieza a sacudirse en violentas arcadas. Con la ayuda de su hijo logran ponerle de lado para impedir que se ahogue. Al fin llega ese batallón de seres admirables vestidos de rojo y sólo verlos aparecer, hacen que el color vuelva a sus mejillas. Ahora ellos sabrán cómo actuar, tomarán las decisiones.

Acuerdan trasladarlo al hospital, se ha dado un fuerte golpe en la cabeza y ha vomitado, tendrán que hacerle pruebas...

Todavía no sabe cómo logra vestirse, coger algo de ropa para el hospital, no sabe cuánto tiempo durará la estancia, no sabe nada, se siente agitada, presa de la ansiedad.

Su hijo conduce el coche que sigue a la ambulancia, le sorprende su entereza, su serenidad de persona adulta que ha sabido sobreponerse a una situación cargada de angustia e incertidumbre. La ambulancia por momentos va demasiado despacio, o demasiado deprisa y ella no sabe por qué, si es porque está muy mal, o porque ya ha ocurrido lo peor. Piensa que no lo va a poder resistir, que se volverá loca.

Llegan al hospital y él desaparece en una camilla detrás de una puerta que ella no puede franquear, tendrán que esperar en la sala de Urgencias hasta que les llamen por los altavoces y les proporcionen alguna información. Son las tres y media de la madrugada.

Los asientos de la sala de espera son lo más incómodo en lo que ella recuerda haberse sentado, parece que estuvieran diseñados para acrecentar la incomodidad y la frialdad de esa sala inhóspita. Junto a ellos hay dos mujeres más con el miedo y la angustia pintada en la cara, les sirven de espejo en el que pueden descubrir sus mismas emociones. El tiempo parece que no pasa y no saben ya cómo ponerse, según avanza la noche la incertidumbre, el sueño y el cansancio les irán dejando sin fuerzas y abatidos.

A las siete de la mañana por fin les llaman y una doctora amable les barre de golpe el sufrimiento de la cara: las pruebas que le han realizado parece que descartan que se trate de algo grave, aún así conviene tenerle en observación y esperar el informe definitivo del escaner y la opinión del radiólogo. Al parecer el paciente ha sufrido un síncope vasovagal producido por una bajada brusca de tensión que le ha provocado una pérdida de consciencia responsable de la caída y la conmoción craneal sufrida. Afortunádmente el traumatismo no ha dañado ninguna zona importante del cerebro, así que lo más probable es que no tenga ninguna consecuencia relevante.

A la una del mediodía llega su hija a la que avisó de lo que le había ocurrido a su padre y que no perdió un segundo en coger un taxi para reunirse con ella en el hospital. Les anuncian que en pocos minutos podrán verle y saber si le ingresan o le dan el alta.

Atraviesa la puerta que accede a los boxes y recorre un pasillo. Un guardia de seguridad que la encuentra confundida y desorientada le indica con amabilidad el camino. De improviso, suena el móvil y se encuentra con su nombre en la pantalla, es él que la llama...Todo indica que podrán marcharse a casa.

Sin saber cómo le viene a la memoria un texto que escribió su hijo en el colegio con ocho años, la profesora la llamó para leérselo: "La vida es un hilo por el que descendemos creciendo..." Ella sólo desea que ese hilo no se rompa.

jueves, 7 de abril de 2011

EN UN MUNDO MEJOR


Este fin de semana pasado he visto una película de las que vale la pena pagar la entrada, sentarse frente a la pantalla y disfrutar de ese momento mágico en que se apagan las luces y nos exponemos a que nos sorprendan, nos aburran o nos emocionen.

En este caso me he encontrado con una película que, en algunos momentos sorprende, y en otros emociona, pero en ningún momento aburre. La película EN UN MUNDO MEJOR de la directora danesa Susanne Bier, recuerda en sus aspectos formales, al cine del director mejicano González Iñarritu, pero bajo mi punto de vista, arriesga un poco más.

El tema central de la película es la violencia, o para ser más exactos la violencia que se desata en el ser humano cuando es víctima de sufrimientos, o situaciones injustas y toma cuerpo en distintas formas de venganza.

En la mirada de su personaje central, el médico que ejerce de voluntario en un país africano, cabe toda la pasión, la generosidad, la humanidad y el valor que un ser humano es capaz de generar en su entorno, a sabiendas de que en muchas ocasiones estará peleando contra gigantes en vez de molinos de viento. En torno a él, los personajes de los niños, seriamente dañados por sus experiencias vitales, irán adquiriendo una dimensión y un significado que en muchos momentos, estremece.

Frente a esta trama, de indudable atractivo argumental, se yerguen unas imágenes de una belleza sobrecogedora, contraponiendo en muchos momentos los paisajes africanos, con los fríos escenarios del país de origen de la directora. La música, que va marcando el tiempo y el espacio en la película, no desmerece en ningún momento la fuerza de las imágenes, sino que las amplifica y las proyecta de tal modo que se graban y dejan una huella en nuestro interior difícil de olvidar.

Termino ya esta reseña, comentando que me llamó mucho la atención el título de la película, muy parecido al de un programa de culto para mí de RADIO3 llamado EN UN MUNDO FELIZ. Es un programa que en su propuesta temática pretende aunar todas las iniciativas en relación al medio ambiente, a la solidaridad y el compromiso con aquellos lugares del mundo donde se vulneran los derechos humanos que, tanto a nivel individual y colectivo, se pueden llevar a cabo para conseguir un mundo más feliz, un mundo mejor para todos. Se puede escuchar los jueves de 8 a 9 de la tarde y también seguir a través de su blog en Radio3. Hace tiempo que deseaba dedicarle una entrada porque me parece uno de los mejores programas que se están realizando en la radio pública, y visto el panorama general que nos ofrecen los medios de comunicación, bajo mi punto de vista tiene una calidad extraordinaria.

martes, 22 de marzo de 2011

CEREZOS EN FLOR




Parecía que nunca iba a llegar, que el invierno no quería marcharse, pero, una vez más, la rueda gira y las estaciones se suceden unas a otras de manera nnatural.

Normalmente a mediados de febrero, cuando florecen los almendros y las mimosas, (los primeros que empiezan a anticipar el despliegue floral que se avecina), hay algo en la atmósfera, en la mayor duración de los días, que provoca una reactivación de las energías, el resurgir de una vitalidad adormecida que nos hace despertar y sacudirnos de encima la oscuridad invernal, el frío que nos hacía encogernos y nos movía a buscar cobijo en casa, cerca de la calefacción, a arrebujarnos en el sofá buscando el calor de una manta.

La irrupción de la luz y los nuevos aromas que viajan suspendidos en el aire, accionan un resorte que nos pone inmediátamente en marcha, que nos hace salir de nuestros refugios para recibir el sol, para dejarnos envolver por la profusión de estímulos visuales y olfativos que nos sorprenden desde todas partes.

Hay lugares en nuestro país, como el Valle del Jerte, que en esta época del año alcanzan su momento de mayor esplendor. Recorrer estos lugares es una experiencia inigualable y desde hace unos años se ha convertido en un lugar de culto y de visita obligada para los amantes de los cerezos.

Hace unos días pensé hacer una entrada hablando precisamente de cómo Japón celebraba la llegada de la primavera con la fiesta de los cerezos en flor, la que llaman "Hamani" o fiesta de la contemplación de la belleza. Para los japoneses la flor del cerezo representa la belleza y la fugacidad de la vida. El cerezo siempre ha sido mi árbol preferido, de modo que en este aspecto me he sentido muy identificada con la cultura japonesa.

La floración del cerezo en Japón es algo más tardía que en nuestro país y suele tener lugar en el mes de abril. La fiesta consiste en celebrar comidas con la familia, o los amigos debajo de los árboles en flor. Pienso que se trata de una tradición muy hermosa en la que se enlazan de manera armoniosa el afecto y el placer de la contemplación y el contacto con la naturaleza.

Por motivos obvios, no realicé esta entrada. Sin embargo, si hay algo en el mundo que puede transmitir un mensaje de esperanza, sin duda es la llegada de la primavera.


Recordando los versos del gran Antonio Machado:


"Mi corazón espera
también hacia la luz
y hacia la vida
otro milagro
de la primavera."

sábado, 12 de marzo de 2011

JAPÓN ME DUELE




Ayer 11 de marzo nos volvimos a despertar con un nuevo sobresalto.
El país nipón se veía sacudido por un terremoto de una intensidad cercana a los 9 grados. El país que parecía invulnerable a este tipo de desastres, que hemos puesto siempre de modelo en su forma de edificar y urbanizar a prueba de catástrofes naturales, ha sido golpeado de un modo brutal.

Si no era suficiente un terremoto de tamaña intensidad, tenía que venir seguido de un Tsunami que, al parecer, ha barrido pueblos enteros.

Me duele ver esas imágenes en la televisión que parecen sacadas de una película del género, o de un videojuego. Me duelen más por la saturación que ha producido estas imágenes en nuestra retina que nos impide diferenciarlas de una realidad virtual.

Japón está además amenazado por una catástrofe nuclear y no es la primera vez.
No sé que es lo que hará falta que ocurra, para que nos demos cuenta de que no podemos jugar con determinadas energías, para que tomemos conciencia de que frente a la naturaleza, a la que no dejamos de maltratar, no somos nada.

Todo mi cariño y mi solidaridad para todas las personas de este país que en estos momentos lo han perdido todo, que han sentido de nuevo el dolor en su piel, la pérdida, sintiéndose como muñecos, tristemente zarandeados por la madre naturaleza.

domingo, 20 de febrero de 2011

LA NOCHE




Hay palabras
que te asaltan
en el silencio,
que se cuelan en los sueños
rompiendo la noche.

La oscuridad
trae sonidos
que se prolongan
en el aire
mordiendo las horas.

Hay luces que hieren
y dardos de dudas
que anidan
en los miedos.

La noche extiende sus brazos
con su oscura turbulencia
y arroja su frío esqueleto
de tristeza
hasta perder la cordura.

domingo, 13 de febrero de 2011

Berlusconi


Leo con sumo interés y veo estos días en los medios de comunicación que, por fin, en Italia los ciudadanos y, en especial, las mujeres, han reaccionado frente al cinismo, la corrupción en todos los órdenes y la desvergúenza, representada por uno de los políticos más impresentables de todos los tiempos: Berlusconi.

Ese hombre, cuya imagen parece una caricatura de sí mismo, representa casi todo lo que no soporto en un hombre: fanfarrón, prepotente y machista en grado superlativo. Pero, sobre todo, me indigna el tratamiento que realiza, tanto en público, como en privado, de las mujeres: esos seres que para él no son más que objetos de usar, abusar y tirar.

Ese personaje que se permite la desfachatez de aconsejarle a una mujer joven y bella que lo mejor que puede hacer es buscarse un hombre rico que la mantenga. Ese hombre que se dedica tanto a comprar medios de comunicación, como personas y conciencias y que parece querer convertir Italia en un gigantesco prostíbulo, en el que él, el chulo, hace y deshace a su conveniencia.

Por eso hoy, al ver las manifestaciones en Italia, me he alegrado de que, al fin, ese hermoso país vecino, haya reaccionado en contra de ese "Padrino" del siglo XXI, de ese político lenguaraz y prepotente, llamado Silvio Berlusconi.

domingo, 30 de enero de 2011

IMPRESIONES DE EGIPTO II


Hace apenas veinte días que regresé de Egipto y no puedo dejar de estar pendiente de lo que está ocurriendo en este país. En aquellos maravillosos días, las conversaciones que manteníamos con los guías nos pusieron sobre aviso de lo que estaba por venir: el pueblo egipcio estaba llegando al límite de lo soportable.

Después de treinta años de dictadura, de represión y de una situación económica en la que la mayoría de la población tiene que conformarse con el equivalente a un euro diario para pagar la vivienda, la comida y lo más indispensable para vivir, era de preveer que la respuesta no se iba a hacer esperar. Cuando las personas no tienen nada que perder, es cuando se producen las grandes revoluciones. La chispa la encendió Túnez, pero el fuego cayó sobre un terreno que estaba ya dispuesto a arder.

Desde nuestra mentalidad occidental es fácil que miremos hacia los acontecimientos que están sucediendo en los países árabes del norte de Africa, con ciertas dosis de temor y desconfianza. Enseguida habrá quien piense que detrás de lo que está ocurriendo estará el fundamentalismo islámico más recalcitrante. Sin embargo, los observadores internacionales apuntan que no, que lo que hay no es sino un pueblo que al fin ha dicho basta a la injusticia, a la prepotencia, a un estado militar y policiaco que en nuestra reciente estancia tuvimos oportunidad de constatar. Nunca habíamos visto un control tan férreo de la calle, de los edificios, de la vida de los ciudadanos como el que encontramos en uno de los lugares más bellos, acogedores, e interesantes de este planeta.

Por eso es muy triste que el precio que tenga que pagar un estado para salir de una situción de injusticia y opresión, sea la pérdida de vidas humanas. Las cifras hablan ya de más de cien muertos y el ejército tendrá que decidir hoy de parte de quién está. Mientras, el presidente Mubarak, aliado incondicional de los Estados Unidos, se resiste a abandonar el poder, como lo hizo hace unos días su homónimo tunecino, aunque su mujer y sus hijos ya han buscado la seguridad y la integridad de sus vidas en la capital británica.

La situación, por tanto, es confusa y ambigua. Los países occidentales, más allá de declaraciones bien intencionadas, van a tener un peso decisivo en los acontecimientos para inclinar la balanza del lado de la salida democrática, o de la represión brutal de un movimiento político y social que no tiene precedentes en Egipto y en muchos de sus vecinos que, seguro que a estas lturas de los acontecimientos, miran con expectación y esperanza hacia lo que se está cociendo en esa parte del mundo. Es evidente que les puede sevir de ejemplo y de guía para salir de situaciones políticas similares, que se repiten a lo largo de la otra orilla del Mediterráneo.

A estas horas me duele pensar que, agentes al servicio de Mubarak, han llevado a cabo un intento de saquear el Museo del Cairo. El mítico museo que hace unos días recorríamos llenos de emoción. Es evidente de que se trata de un claro intento de desprestigiar a sus ciudadanos, para hacer creíble y necesaria la represión sobre un país que, supuestamente no respeta su patrimonio, cuando nos consta que los egipcios son un pueblo orgulloso de su pasado, por el que sienten gran respeto y devoción.

Quiero creer que no, que no seguirá habiendo más muertes, que este país tiene derecho a elegir su camino. A cambiar el rumbo de su historia reciente. Más allá de los mezquinos intereses occidentales, los egipcios y el resto de países en su misma situación, merecen una oportunidad de acceder a mejores condiciones de vida, dejando atrás un pasado de miseria y dictadura.

Desde esta orilla del mundo, mi cariño, mi apoyo y mi pensamiento vuelven una vez más a Egipto. A una ciudad abierta y alegre, a sus gentes amables y acogedoras que en estos momentos se encuentran envueltas en humo y lágrimas, con el polvo del desierto revoloteando por encima de sus cabezas.

viernes, 14 de enero de 2011

IMPRESIONES DE EGIPTO




Ahora ya estoy aquí. He vuelto, pero mi mente sigue estando en otra parte. Regresa una y otra vez a un amanecer en la explanada frente al templo de Karnak. A la luz dorada que lentamente iba tiñendo los pilonos y las gigantescas columnas que parecen sujetar el peso de su historia.

Me veo abriendo los ojos en la noche inmensa del desierto para descubrir estrellas inmensas sobre un cielo negro y profundo, de una soledad abismal de arena y rocas que se extiende hasta donde la vista no alcanza. Y el lento diluir de las sombras hacia la luz, anticipado por la ascensión de un disco rojo púrpura sobre las dunas, ofrece la respuesta inmediata a la razón por la que los antiguos egipcios lo adoraban. Ammon Ra, padre de todos los dioses y hacedor de la vida reinando en toda su plenitud sobre los restos de los templos de Abusimbel, que en un recodo del camino aparecen con toda su grandiosidad milenaria. Y las miradas se cruzan intentando descubrir en la expresión de los otros que es cierto, que están allí de verdad y no se trata de un espejismo más del desierto.

Regreso al lento fluír de la vida en la riberas del Nilo. Al azul intenso de sus aguas que guardan leyendas antiguas de dioses con apariencia animal y seres humanos que se odian y aman sobre sus orillas. Y no dejo de asombrarme del contraste que ofrece la vegetación exuberante de las riberas y la presencia árida que se adivina en el horizonte. Asistir, como si se tratase de una película, a la sucesión de las escenas propias de la vida cotidiana: mujeres lavando, niños jugando al fútbol, hombres rezando con el cuerpo orientado en dirección a la Meca... Y, destacando sobre todas ellas, la imagen imperecedera de dos jóvenes pescando en una faluca: sus bronceados cuerpos alzados al sol, con las blancas túnicas al viento haciendo de velas.

El tiempo transcurría deprisa y entonces me parecía imposible estar allí, en el mismo escenario de los antiguos faraones, visitando sus templos, profanando la soledad de sus tumbas y todo aquello que, en su afán de perdurar, fueron construyendo a orillas de su río.

Es mediodía en el Valle de los Reyes y el sol abrasador invita a cubrir la cabeza y buscar refugio en las tumbas. Sobre la roca viva, en los jeroglíficos que cubren sus paredes está escrita la historia del poderoso faraón que un día la habitó, y que hoy se encuentra muy lejos, en las salas del museo del Cairo. Dentro de sus urnas yacen, una vez cumplido su deseo de inmortalidad, aunque por ello hayan tenido que pagar el precio de perder la paz y el silencio que un día buscaron en las entrañas de la tierra.

En el Museo del Cairo me he podido encontrar cara a cara con Ramses II, observar su cuerpo amortajado que un día, siendo muy pequeña descubrí en un libro de mi padre y, cuyo recuerdo me asaltaba una y otra vez en noches de insomnio. También he tenido frente a frente a la que fue la primera faraona, la gran Hatshepsut, que se encuentra junto a su sobrino Tutmosis III. Quizá nunca pudieron imaginar que después de haberse odiado tanto, iban a permanecer uno al lado del otro para toda la eternidad.

Por un momento vuelvo de nuevo a la gran pirámide de Keops, que junto a sus hermanas menores aparece apuntalando un cielo que no es azul, sino uno de los más contaminados del mundo. El valle de Guiza donde se encuentran las pirámides y la famosa esfinge, separa dos mundos diferentes: el pasado y el presente. En el presente la ciudad del Cairo, con su persistente olor a gasolina mal refinada, ofrece los contrastes que reflejan las injusticias de este mundo: el lujo desorbitado de los hoteles y los barrios residenciales, frente a la miseria, la suciedad, el ruído del tráfico más caótico del mundo; aunque también maravilla y sorprende la mirada de los niños. Todavía conservan la ilusión y la libertad del juego improvisado en la calle, lejos del control del adulto, del estres y el consumismo occidental.

A estas horas me es imposible olvidar la emoción experimentada ante la máscara de Tutankamón y todo su ajuar funerario: el trono real, la silla y la sombrilla plegables, su ropa interior, sus sandalias e incluso un preservativo que un día albergó la simiente de un ser humano que soñó que llegaría a ser un dios y, sin embargo, murió prematuramente. Y, regresa al evocarla, toda la pasión, la fuerza y el amor de nuestro guía por su tierra y su cultura milenaria, sabiendo llegar a lo esencial, al sentido de unas manifestaciones culturales que, después de más de cinco mil años, todavía nos siguen asombrando.


Hay un templo que se levanta sobre una colina frente al Nilo, es el templo de Kom Ombo, está situado en la orilla oriental, en la que los antiguos egipcios situaban la vida terrenal. El templo está orientado hacia el oeste, el lugar donde residía el más allá y que sería la morada de los muertos, es un templo que mandó construir el emperador Alejandro Magno. Si existe un lugar perfecto para construir un templo, es éste. La mezcla de estilos arquitectónicos y de culturas ofrece como resultado un edificio en el que se entrecruzan la grandiosidad de la arquitectura egipcia, con la busqueda de la belleza y las proporciones de la mentalidad griega.

La última luz del día baña de luz dorada las columnas, los antiguos pilonos semiderruídos. La presencia cercana del Nilo, con toda su carga de historia y de misterio. Me invade la nostalgia anticipada del regreso. Sé que echaré de menos este río, este país cuyo pasado despertó en mi la pasión por la Historia, por la herencia que todas las culturas han dejado a su paso por este mundo. Las emociones y las experiencias han sido tan intensas, que, con toda seguridad, necesitaré tiempo para asimilar todo lo visto, todo lo vivido.

Hace ya varios días que regresé, que mi cuerpo está de nuevo aquí, pero mi mente se resiste a volver, sigue allí junto al Nilo, atrapada entre los templos, las tumbas y las riberas de ese río.