lunes, 22 de noviembre de 2010

SIN TÍTULO


Nos salvará
el amor
del miedo,
del dolor
en las esquinas
maltrechas
de la noche.

Será como alimento
sed de mis labios,
bálsamo para las heridas
del tiempo.

Extenderá sus brazos
más allá de la muerte,
mientras se asienta en mi pecho
como un niño
y me confunde.

lunes, 1 de noviembre de 2010

NOVIEMBRE Y LA MUERTE


Es curioso que noviembre abra su puerta de oscuridad celebrando diversos cultos a la muerte. Es curioso que el otoño, y en particular, noviembre sea el momento preferido por mucha gente para morir.

Entre el 25 de septiembre y el 15 de noviembre, murieron algunos de mis seres más queridos, como si les superase la idea de tener que afrontar un otoño y un invierno más. La caída de la hoja supone el momento más crítico del año para los enfermos, para los ancianos, como si todo en la naturaleza invitase a replegarse, a despedirse.

Hoy 1 de noviembre los cementerios de nuestro país se llenarán de flores, se limpiarán y adecentarán tumbas y panteones y, al menos por un día, muchos difuntos se instalarán en la memoria de los vivos.

Sin embargo, en mi familia nunca hubo ningún culto relacionado con la muerte. Mis padres jamás fueron al cementerio en ésta, ni en ninguna fecha porque, según me respondió mi madre cuando le pregunté la razón por la que nunca los visitábamos, era que en los cementerios no había nada, así que para qué íbamos a ir y que ella no necesitaba ningún día para acordarse de sus seres queridos fallecidos, porque los tenía presentes día a día en su memoria.

En la otra esquina de nuestra península, en la Comunidad gallega, la muerte y la relación con los muertos es completamente distinta. Allí prácticamente se convive con los muertos, los cementerios se encuentran dentro de los pueblos, al pie mismo de las iglesias.

La primera vez que entré en un pueblo gallego y vi el cementerio allí mismo, rodeando el espacio del templo, sentí una fuerte impresión. No tenía costumbre de entrar en un cementerio y verme allí teniendo que, literalmente, pisar algunas tumbas, me resultó bastante chocante, aunque para los habitantes del pueblo fuera lo más natural. Los niños gallegos que viven en estos pueblos, por norma general, pasan su infancia jugando habitualmente entre las tumbas de los cementerios, algo para los que no tenemos esas tradiciones, bastante difícil de imaginar.

La manera de vivir la muerte varía de unas culturas a otras, incluso de unas familias a otras; pero de cualquier manera, el mes de noviembre siempre se relacionará con la muerte, con todos aquellos seres, queridos o no, que estuvieron con nosotros en este mundo y un día se fueron para no volver más.