Le prometí a una persona muy importante para mí que le dedicaría una entrada a este tapiz que Goya realizó para el Gabinete del rey Carlos III del Escorial, entre 1791 y 1792.
Contemplo la escena que Goya nos muestra en ese lienzo y no dejo de asombrarme ante las posibles lecturas que se pueden realizar de ese magnífico cuadro:
Bajo un cielo azul radiante, cuatro mujeres vestidas de "majas" mantean una figura, que se deduce masculina por su atuendo, el habitual en la moda de la época. Sus brazos parecen elevarse una y otra vez, y sus bocas no disimulan una sonrisa de satisfacción. Se encuentran cómodas las cuatro unidas realizando ese movimiento rítmico que eleva ese cuerpo ingrávido que no opone resistencia, que se deja hacer.
Sin embargo, por mucho que pueda extrañarnos, la expresión del muñeco que Goya nos ofrece es de laxitud, de total pasividad. También se encuentra cómodo dejándose mantear arriba y abajo por esas mujeres que se divierten, o se burlan de su supuesta masculinidad.
Me asombra la actualidad que puede tener esa imagen. Goya en las postrimerías del siglo XVIII nos ofrece una escena que no parece propia de su tiempo. Quizá Goya, como la mayoría de esos seres que han ido por delante de su tiempo, ve más allá de sus contemporáneos y nos devuelve una instantánea del futuro.
Hay muchos hombres que, en un momento u otro, se han podido sentir identificados con esa escena. Vivimos en un momento de crisis de todo tipo de valores. Los valores supuestamente masculinos, o femeninos están en entredicho. Cada uno intentando ubicarse en una perspectiva diferente, algunos buscando más la armonía que la contradicción, otros suplantándose los roles indistintamente.
Ni las mujeres, ni los hombres de hoy encuentran precedentes en épocas pasadas.
¿Qué es hoy en día lo masculino? ¿Qué valores son supuestamente femeninos?
A la vista del tapiz de Goya, yo sigo preguntándomelo.