domingo, 22 de agosto de 2010

REENCUENTRO


Es hermoso volver a los lugares en los que han transcurrido muchos momentos de tu vida y comprobar que permanece intacta la memoria de las personas y de los paisajes que quedaron atrás.

El reencuentro con el río, los árboles, la piedra de los edificios, el campanario del reloj que repite dos veces la hora, por si te queda alguna duda sobre el tiempo que transcurre, supone un modo de volver también a uno mismo, a la persona que has sido en el pasado y que un año tras otro regresa.

Es hermoso retomar la conversación con las personas con las que siempre te unieron lazos invisibles de afecto y conexión profunda y que quedó interrumpida por el regreso a las obligaciones, a la vida particular de cada uno, y constatar, no obstante, que sigue existiendo la comunicación: ese ir y venir fluído de las emociones, de las experiencias, de los sentimientos que resulta tan gratificante cuando es compartido.

Lejos queda ya ahora el murmullo del agua, el lamento de los árboles que adormece el viento en la ribera, la frescura de las noches de agosto, las risas, la complicidad del tiempo compartido sin prisas, con muchas preguntas por hacer.... pero siempre te vas con la certeza de que, por mucho tiempo que pase, existe un lugar y unas gentes a las que siempre te gusta volver.