
Parecía que nunca iba a llegar, que el invierno no quería marcharse, pero, una vez más, la rueda gira y las estaciones se suceden unas a otras de manera nnatural.
Normalmente a mediados de febrero, cuando florecen los almendros y las mimosas, (los primeros que empiezan a anticipar el despliegue floral que se avecina), hay algo en la atmósfera, en la mayor duración de los días, que provoca una reactivación de las energías, el resurgir de una vitalidad adormecida que nos hace despertar y sacudirnos de encima la oscuridad invernal, el frío que nos hacía encogernos y nos movía a buscar cobijo en casa, cerca de la calefacción, a arrebujarnos en el sofá buscando el calor de una manta.
La irrupción de la luz y los nuevos aromas que viajan suspendidos en el aire, accionan un resorte que nos pone inmediátamente en marcha, que nos hace salir de nuestros refugios para recibir el sol, para dejarnos envolver por la profusión de estímulos visuales y olfativos que nos sorprenden desde todas partes.
Hay lugares en nuestro país, como el Valle del Jerte, que en esta época del año alcanzan su momento de mayor esplendor. Recorrer estos lugares es una experiencia inigualable y desde hace unos años se ha convertido en un lugar de culto y de visita obligada para los amantes de los cerezos.
Hace unos días pensé hacer una entrada hablando precisamente de cómo Japón celebraba la llegada de la primavera con la fiesta de los cerezos en flor, la que llaman "Hamani" o fiesta de la contemplación de la belleza. Para los japoneses la flor del cerezo representa la belleza y la fugacidad de la vida. El cerezo siempre ha sido mi árbol preferido, de modo que en este aspecto me he sentido muy identificada con la cultura japonesa.
La floración del cerezo en Japón es algo más tardía que en nuestro país y suele tener lugar en el mes de abril. La fiesta consiste en celebrar comidas con la familia, o los amigos debajo de los árboles en flor. Pienso que se trata de una tradición muy hermosa en la que se enlazan de manera armoniosa el afecto y el placer de la contemplación y el contacto con la naturaleza.
Por motivos obvios, no realicé esta entrada. Sin embargo, si hay algo en el mundo que puede transmitir un mensaje de esperanza, sin duda es la llegada de la primavera.
Recordando los versos del gran Antonio Machado:
"Mi corazón espera
también hacia la luz
y hacia la vida
otro milagro
de la primavera."