domingo, 25 de octubre de 2009

PASIÓN POR LOS ÁRBOLES




Leo con gran interés un artículo en el periódico sobre los árboles más antiguos de la Comunidad de Madrid. Por primera vez encuentro información en un medio de comunicación sobre el árbol más bello e impresionante que he visto en mi vida.
Se trata del "Ciprés Calvo" que se encuentra en una de las entradas del Retiro, concretamente la que está frente al Casón del Buen Retiro.


La primera vez que lo contemplé, me impresionó de tal manera, que me recorrí el parque buscando un jardinero, o algún entendido capaz de decirme de qué clase de árbol se trataba. Me senté frente a él en un banco y no daba crédito a lo que me devolvía la mirada. Nunca había visto nada más hermoso. No sólo por la majestuosidad de su figura, el volumen de su copa y la magnitud de su tronco, sino por el inmenso respeto que me producía semejante testigo del paso del tiempo. En ese momento el viento agitaba levemente sus ramas y el árbol se estremecía desde su inmensa altura, como si fuera un árbol joven. No sé el tiempo que permanecí mirándole pero desde ese momento supe que ya tenía otra buena razón para volver a visitarlo.


La segunda vez que lo volví a ver me sorprendió aún más que la primera. Había cambiado de color. Las hojas tenían un suave color rojizo y me pareció más grande todavía. Unos meses más tarde abandoné Madrid. Me marchaba a vivir a Mallorca donde permanecí varios años. Sin embargo, cada vez que regresaba a visitar a mi familia, me gustaba acercarme al Retiro para verle de nuevo, y cada vez me asombraba más asistir a las transformaciones que sufría en cada estación.

Hoy, gracias al artículo que firmaba Rafael Fraguas, he podido saber que mi árbol preferido, fue un regalo del Conde Duque de Olivares al rey Felipe IV, lo que significa que es vecino de Madrid, nada menos que desde el siglo XVII. Es increíble pensar la cantidad de acontecimientos hitóricos que se han sucedido desde que las manos de aquel jardinero plantó el maravilloso ejemplar que la leyenda dice que desciende del "Árbol de la noche triste", aquel bajo el que se refugió Hernán Cortés para llorar su mala suerte en el lejano virreinato de Mexico, según he podido leer en el maravilloso reportaje que Rafael Fraguas le dedica. También habla de otros árboles centenarios que habitan en la ciudad y también en la Sierra. La Sierra de Guadarrama atesora una impresionante colección de árboles, muchos de ellos muy longevos. Cada uno de los árboles que pueblan nuestro mundo es un regalo.

Mi pasión por los árboles data de mis primeros años. Mi madre me contaba que siendo muy pequeña, dejaba de llorar cuando colocaba el cochecito debajo de los árboles que había en el patio de casa, y que me gustaba dormirme mirando las hojas que se agitaban encima de mi cabeza estremecidas por el viento, e iluminadas por los rayos del sol, que producían aquellos reflejos de luz que, todavia hoy, consiguen relajarme como ninguna otra cosa. Y es que los árboles son uno de los mejores inventos de la naturaleza. Lo dan todo y no piden apenas nada.

Es esa presencia la que busco cuando me asomo a una ventana, la belleza que me abruma en el otoño cuando exhiben todo su esplendor como las supernovas antes de disolverse en el vacío. El rumor de sus hojas me adormecen en las noches del verano y, hasta en invierno, cuando sólo muestran su esqueleto desnudo, me asombra contemplar sus huesudas manos apuntalando el azul del cielo, mientras esperan que la primavera los vuelva a vestir de nuevo. Persigo su silueta y los reflejos de la luna entre sus ramas y ese juego de luces y sombras proyectados en la pared que siempre me fascina.
Afortunadamente están ahí siempre. No sé que haría sin ellos.

23 comentarios:

Unknown dijo...

Esos árboles, esos maravillosos árboles. A uno se le para por un instante o un siglo el corazón al toparse con un venerable de tal calibre.

Luis Antonio dijo...

No me sorprende que te enamores del "Ciprés calvo" pues tengo entendido que es el más longevo yfamoso de ese extraordianrio parque. Con tu bella y cálida descripción también contribuyes a que le profesemos admiración los demás. Tomo nota para cuando vaya por los madriles...
Muchos besos, Cristal

iñaki zaratiegui dijo...

Gracias Cristal. Me fascinan los árboles y me emocionó tu entrada.
Un abrazo con la fuerza y suavidad de las ramas otoñales.

maracuyá dijo...

Cristal...qué bonita descripción, rebosante de sentimiento.

Comparto tu encanto por los árboles, su transformación. Ahora aquí ya están en todo su verde esplendor. Algunos en floración...pero los fui siguiendo día a día, los primeros brotes, las hojitas nuevas que sorprendían a la mañana siguiente. Luego en otoño me fascinan con sus amarillos, ocres y anaranjados. Luego las ramas desnudas, con sus formas atrayentes.

Precioso el ciprés calvo y el embrujo que te provoca y que compartes deliciosamente.

Besos

Novicia Dalila dijo...

Cristal,
¡¡¡Cuanto nos parecemos en esto¡¡¡
Yo no he reparado en ese árbol que dices, aunque seguro que lo he visto cientos de veces, porque para mí el Retiro es un lugar especial de nuestro Madriz. Hace tiempo le dediqué una entrada donde recordaba las mañanas de domingo que pasábamos allí en familia... las tardes que pasé allí con mis amigos de adolescencia, con mi novio.... Montones de recuerdos de hace años pero también recientes, ya que siempre que puedo aprovecho para ir y pasear por sus caminos, y sentarme en un banco o en las escaleras del Palacio de Cristal y disfrutar de sus colores, sus olores, de la gente que pasea por allí....
La próxima vez que vaya le haré un guiño a tu ciprés.

Un beso, cristal

Doctor Krapp dijo...

A veces este tipo de presencias son más inconscientes que conscientes, quizás porque en el caso de los árboles forman parte natural de nuestro cosmos cotidiano y se asientan lejos del centro de la retina. He pasado muchas veces por esa entrada del Retiro y nunca había reparado en él; ahora gracias a ti, tendrá existencia propia. Quizás también lo tuviera entonces, cuando entraba en ese recinto por ese lado y sentía siempre una extraña placidez que a lo mejor achacaba a diferentes motivos. Estoy seguro que si entonces hubiera desaparecido acabaría, sin conocerlo, por echarlo de menos.

cristal dijo...

Sí, Corsario, asombra y estremece estar a su lado y pensar en el misterio de esa vida tan larga.
Un abrazo.

cristal dijo...

Si los árboles ya de por si me enamoran, el Ciprés Calvo fue todo un descubrimiento.
Nunca dejará de maravillarme y sorprenderme la vida vegetal. El que sean capaces de fabricar su propio alimento, el que no necesiten agredir a ningún otro ser vivo para sobrevivir, el que nos proporcionen tantos bienes y ningún daño, sin exigir nada a cambio, siempre me ha producido gran respeto y admiración.
Muchos besos para ti, Luís Antonio.

cristal dijo...

Quizá porque estamos en otoño nos llaman más la atención esas presencias mudas que nos regalan toda su belleza, Izara. Me alegra saber que sientes la misma admiración por estos seres maravillosos.
Un abrazo fuerte.

cristal dijo...

Siempre me asombra el pensar que mientras nosotros nos encontramos en pleno otoño, ustedes están viviendo la primavera en todo su esplendor, y aunque a las dos estaciones les sobre belleza, nos cuesta imaginar la otra realidad al otro lado del mundo.
Espero y deseo, Mara, que la luz y la belleza que te va a llegar de la naturaleza, alegre tu corazón malherido, y, como decía Machado, espere otro milagro de la primavera.
Un abrazo grande, grande.

cristal dijo...

Si, Novicia, para todos los madrileños el Retiro es más que un parque. En él está escrita nuestra historia y la de nuestros padres. ¿Quién en nuestra ciudad no tiene montones de recuerdos esparcidos por el Lago, la Rosaleda, por el Paseo de los Coches donde se expone cada año la Feria del Libro. Sin duda es el corazón de Madrid, por fortuna también un pulmón que oxigena los aires enrarecidos por la contaminación que cada día presenta unos valores más alarmantes.
No sé que sería de Madrid sin sus parques y sin el aire que viene del Guadarrama.
Y sí, Novi, me alegrará mucho que lo veas y lo admires con tus propios ojos. Ya me contarás la impresión que te cause.
Besitos paisana.

cristal dijo...

Pues cuando vuelvas a pasar fíjate en el, Dr. Krapp, y verás que merece la pena sentarse a su lado. Sentirás una presencia antigua y lejana, una majestad que no necesita corona, una belleza que te dejará sin palabras.
Un abrazo.

Andrea dijo...

Precioso texto Cristal, me has hecho 'ver' casi tu árbol favorito. A mi me gustan mucho también cuando sus hojas, a veces, toman un color rojizo, como la segunda imagen. Un abrazo!

cristal dijo...

Es que lo mejor del "Ciprés Calvo", Andrea, es que cambia de color según la estación y durante el otoño tiene ese color rojizo de la segunda fotografía, un ejemplar mucho más joven que se encuentra en el estanque que hay delante del Palacio de Cristal, otra de las bellezas arquitectónicas que tiene el Retiro.
Me alegro de que te haya gustado.
Un beso.

Tumulario dijo...

Los arboles,
nos acogen cuando de niños,
nos refugiamos en sus ramas.

Nos perdonan cuando,
jovenes,
arañamos en su piel
nuestras esperanzas.

Nos refugian
si de adultos
buscamos descando
bajo su sombra.


Precioso arbol y precioso texto

cristal00k dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
cristal00k dijo...

Pues sin ellos , el mundo sería bastante más feo y bastante más triste... ¡sin duda! A mí también me entusiasman. Y tengo algunos, a los que conozco desde niña, con los que hablo...

A no tardar, debo acercarme a tu tierra, te aseguro que no me iré sin conocerlo. Gracias por descubrírmelo Tocaya.

Besos.

cristal dijo...

Gracias, Tumu. Escribo sobre ellos porque a pesar de todo lo que nos aportan, la mayor parte de la gente no los valora lo suficiente. Hay muchas personas que no se paran ni siquiera a mirarlos.
Gracias por la visita.
Un abrazo fuerte.

cristal dijo...

Seguro que te gusta, Tocaya. Te gustará, si como dices te gustan los árboles. Merece la pena contemplarlo en directo, aunque no aparezca en los folletos turísticos.
Si vienes a Madrid, Tocaya mía,... no dejes de visitarlo.
Un abrazo grande.

Antón Abad dijo...

Comparto su pasión por ellos, y afortunadamente, he podido plantar decenas en los últimos años; cuando ya tenían porte suficiente, los regalaba a amigos que tenían terreno donde plantarlos. Ahora las cosas han cambiado, y tengo la posibilidad de plantarlos donde vivo. No hay mejor rastro que dejar; una sombra acogedora; refugio de pájaros o ambientador natural. Plantaré un paraíso en su honor; las semillas las recogí en el parque Tierno Galván hace años, en un paseo bordeado de ellos; tras varios fracasos, metí las bayas en el congelador durante 15 días y de los 24 que planté a continuación, no fracasó ninguno.

I. Robledo dijo...

Que triste imaginar un mundo sin arboles...

Seria como un mundo en el que solo hubiera sombras y no hubiera gente.

Esperemos que nunca lleguen esas cosas

Un abrazo

cristal dijo...

Encantada con su visita Antón Abad y emocionada sólo de pensar que plantará un árbol en mi honor. Sobre todo si se trata de un paraíso, uno de mis preferidos por el aroma de sus flores. Era también el que más le gustaba a mi madre, el olor de su infancia en la Plaza de San Francisco de Cartagena.
Le estaré eternamente agradecida.
Un abrazo fuerte.
Un abrazo.

cristal dijo...

Bienvenido a este rincón, Antiqva. Compartimos el mismo pensamiento: el mundo sería muy triste sin ellos. Cuando veo películas de Ciencia Ficción que nos presentan un mundo en el que los árboles han desaparecido, me invade una sensación de angustia y opresión, no puedo imaginar la vida sin su presencia.
Un abrazo.