domingo, 25 de enero de 2009

CRISTAL


El día en que murió mi abuelo, yo me clavé un cristal. Ocurrió una tarde cuando yo era pequeña y mis hermanos y yo nos encontrábamos merendando en un pinar que había cerca de nuestra casa. Era una tarde de domingo de finales de septiembre, hacía sol y todo a nuestro alrededor hacía esperar que lo íbamos a pasar bien. Nuestra hermana mayor había organizado la merienda en la que no faltaba de nada, y sobraba ilusión por hacernos pasar una tarde agradable a los pequeños. Cuando mejor estábamos, en lo alto de la cuesta donde comenzaba la hilera de pinos donde pasábamos muchas tardes, aparecieron unos muchachos que, sin saber por qué, comenzaron a tirarnos piedras. Al intentar huír de las pedradas que nos asaltaban por todas partes, me caí encima de unas botellas rotas y me clavé un cristal en el muslo. Mi hermana, al ver que me había hecho una buena herida, me cogió en brazos y salió corriendo hacia nuestra casa. Yo recuerdo que entre mi madre y mi hermana me colocaron encima de la mesa de la cocina y comenzaron a curarme. La herida debía de ser profunda porque escuché a mi hermana decir algo asustada:" Se le ve hasta el panículo adiposo" yo no entendía nada, pero por su tono, la herida no debía de pintar bien. Sonó el teléfono y acudió mi madre a cogerlo. Era mi abuelo que llamaba para decirle a mi madre que no se encontaba bien. Mi madre tuvo que dejarme y salir corriendo a atender a su padre, quién unas horas más tarde, fallecía en sus brazos de un derrame cerebral, después de no encontrar un médico que acudiera a su casa a socorrerle porque era domingo. Yo adoraba a mi abuelo y para mí aquel cristal clavado en mi pierna tuvo siempre un carácter simbólico.
Hace unos días, después de muchos años, me extirparon un quiste que descubrí con el tiempo debajo de la cicatriz que me dejó la herida de aquel veinticinco de septiembre. Mientras el cirujano se afanaba en limpiar la zona descubrió un objeto extraño:- "Mira qué tenías alojado ahí dentro"- dijo depositando aquel fragmento de cristal en mi mano.

32 comentarios:

Andrea dijo...

Vaya..qué bonita historia a pesar de ser triste.Supongo que guardarás ese simbólico cristal que te han extirpado verdad? Un abrazo.

Fermín Gámez dijo...

Todos tenemos alojados fragmentos diminutos de cristal en nuestras heridas, al igual que tú.

Suelen coincidir con personas que se nos han ido.

Me ha gustado cómo has contado tu experiencia y tu recuerdo.

BRILLI-BRILLI dijo...

Hay cicatrices que no curan..pero es una cicatriz simbólica a tu abuelo.Bonita historia.
Besos

DR. FREUD dijo...

Espero leerla más de cerca. Lo que veo me gusta!

DR. FREUD dijo...

Muy interesante lo de clavarse un crital cuando muere el abuelo¿Culpa?

cristal dijo...

Hay personas que, por mucho que el tiempo pase, jamás se olvidan y ese cristal estará siempre ahí para recordarle. Un abrazo Andrea.

cristal dijo...

Sí, Fermín, algunos tenemos ya una buena colección, pero este fue el primero. Me alegra que te haya gustado mi relato y que hayas visitado este rincón. Pásate cuando quieras, serás siempre bien recibido.

cristal dijo...

Gracias por la visita Brilli-Brilli, seguimos leyéndonos. Un abrazo

cristal dijo...

Fue exactamente al revés Dr. Freud, primero me clavé el cristal y luego murió mi abuelo. De lo único que podría sentirme culpable es de haberle echado muchísimo de menos.¿De verás cree que debería recostarme en el diván?

Luis Antonio dijo...

No pudo evitar hacerte una pregunta y espero que no sea indiscreta: ¿Tiene que ver esta historia con tu nombre virtual?
La narración ha transmitido el dramatismo del momento. Te felicito. Un abrazo.

cristal dijo...

La pregunta no me parece en absoluto indiscreta. Cristal es una palabra que siempre me ha gustado. Me refiero a cómo suena, a la composición de sus letras, a lo que evoca en mí al pronunciarla. Hay palabras muy bellas y para mí ésta es una de ellas. Me identifico con esa palabra, por eso he querido hacerla mía y me escondo detrás de ella. ¿He contestado a tu pregunta? Un abrazo, Luís Antonio.

Luis Antonio dijo...

Has contestado y muy bien. Comparto el gusto por esa palabra. Besos, Cristal

Edito-e dijo...

Aja! asi que eso era lo que había ahí que molestaba tanto...jajaja, tu historia me gustado mucho, le has sacado buen partido a una mala experiencia. Un besazo fuerte!!

--- dijo...

Las heridas se curan pero sus cicatrices se encargan de recordarnos que un día el dolor se instaló en nuestros cuerpos... Han pasado los años, y un fragmento de cristal te ha llevado de regreso a tu infancia, a tu abuelo, a tu familia...

Son muchas las cicatrices que a lo largo de nuestras vidas vamos acumulando... unas son visibles, otras, no tanto.

Un abrazo.

cristal dijo...

Así es Elisa, los cristales clavados duelen y si no hay forma de acceder a ellos mucho más. Ahora el cristal y el dolor ya están fuera, el aire los llevará. Besos mil.

cristal dijo...

Sí, Margot, la vida nos va dejando cicatrices, como nos va dejando arrugas. Las del cuerpo se olvidan, las otras, las más profundas, se llevan lo mejor que se puede. Un abrazo fuerte.

Javier dijo...

Vaya con el cristal... menos mal que logró quitarlo y con ello, supongo, la molestia. Ahora entiendo más tu nombre aquí, gracias a lo que le respondiste a Luis Antonio.

Un abrazo, cristal.

iñaki zaratiegui dijo...

Esperamos un momento y encontramos otro. Pero a traves del circulo de la vida los momentos vuelven ¿quizas para mejorarlos?
Me he asomado un momento a tu blgg y me ha gustado.
saludos.

DR. FREUD dijo...

Se me olvidó. A veces los duelos se "enquistan".

cristal dijo...

AL fin y alcabo, Caronte, es un nombre más, podía haber elegido libélula, que también es, bajo mi punto de vista una palabra preciosa, o aire, que al pronunciarla evoca libertad, frescura. Hay belleza en el mundo y ahí están las palabras. Un beso.

cristal dijo...

No te quepa la menor duda, Izara, has tocado uno de mis puntos débiles, ese esperar algo de un día, una fecha, un acontecimiento que podría haber sido maravilloso, y cómo la realidad se encarga de tirarlo por tierra. No se debe esperar demasiado de las cosas, ni de las personas, pues te pueden defraudar. Es mejor no esperar nada y que luego la vida te vaya regalando cosas, te sorprenda. Por cierto, bienvenida a mi blog, pásate por aquí cuando quieras. Un beso

cristal dijo...

Estoy de acuerdo con usted, Dr. Freud los duelos se pueden enquistar, sobre todo cuando no se tiene edad para asimilar la pérdida.

cristal00k dijo...

No sé si acierto, pero si es como pienso por tus últimas entradas... ¿que simbólico no?. Ya lo decía mi madre... No hay mal que cien años dure... ni cuerpo que lo resista. Que bien sacar lo que nos lastima para afuera ¿verdad?
Me gustó tu entrada Tocayita.
Un beso sincero.

cristal dijo...

Claro que es lo más sano, lo que se guarda y no se airea, al final se termina pudriendo. Eso es lo bueno que tiene sacar un cristal, o una espina clavada. Me alegro que te gustara. Un beso fuerte, tocaya.

--- dijo...

Hola Crystal, me han concedido un premio y me gustaría poderlo compartir contigo. Por favor, pásate por mi blog. Gracias.

Un fuerte abrazo.

Ave Mundi Luminar dijo...

Siempre me ha llamado la atención esa "conjunción de dolor" que se dan en determinadas épocas de la vida...

La sabiduría popular las recoge en el conocidísimo dicho de "a perro flaco todo son pulgas" ... y como casi todos los dichos, esconden una gran verdad de esas que acontecen en la vida sin saber muy bien porqué.

Gracias por el texto, a pesar de la tristeza de sus "entretelas"...

Un bsín.

Javier dijo...

Tienes razón, es un nombre pero nos acaba uniendo a él y le tomamos cariño al final. El mío, Caronte, es más por mi fascinación hacia la historia y la cultura clásica, jeje. Nada que ver con el mundo en el que habita Caronte.

Por cierto, gracias por tu entrada hablando de tus mascotas. Me encantó leerla y saber de tu amor por los animales. Un abrazo, amiga :-)

cristal dijo...

Efectivamente hay malas rachas, pero lo bueno es que pasan y que de todo se aprende. La vida se va tejiendo de distintos colores para formar un tapiz diferente en cada persona.Y como en la comida China hay que acostumbrarse al sabor agridulce. Un abrazo Ave.

cristal dijo...

Además del amor a los animales, parece, estimado Caronte, que también compartimos el amor hacía la historia y la cultura clásica, especialmente la griega. Siempre he sentido fascinación por la inmensa aportación de Grecía a la cultura universal. Otro abrazo fuerte para ti.

Moony-A media luz dijo...

Jo, esas cicatrices viejas esconden tantas cosas... algunas veces, se ven, como en esa tuya, pero, otras, ningún cirujano sería capaz de sacar lo que guardan.

La historia es triste, un auténtico mal día, pero, ves, enseña muchas cosas :)

Un beso grande.

Edito-e dijo...

Hola!!! te invito a que leas mis últimos dos post ;) besitos!!

cristal dijo...

Estoy de acuerdo contigo, Moony, hay cicatrices que guardan dolores antiguos que muchas veces ni siquiera somos capaces de verbalizar, pero que están ahí y en algunos momentos nos avasallan sin saber por qué. Gracias por tu visita. Un beso