
Cuando quedan pocas horas para quemar el último cartucho del año que se va, siempre se siente uno invadido por ráfagas de nostalgia. Al fin y al cabo, con todo lo positivo y negativo que haya podido tener, se nos escapa un año más que irá a engrosar la colección de calendarios en el desván de la memoria.
El 2010 para mí, a pesar del panorama general de pesimismo, crisis y malos pronósticos, ha sido un año bueno. Ha sido bueno, sobre todo porque no me ha pasado nada malo y eso ya es algo a tener en cuenta. Además me he encontrado especialmente bien conmigo misma, con mis seres queridos y en mi trabajo. Por eso no puedo negar que ha sido un año para incluír en la lista de los mejores, de los que vale la pena recordar.
Durante algunos días no me acercaré a visitaros. Tengo previsto realizar un viaje de aquellos con los que uno ha soñado desde hace tiempo, desde que en las páginas del libro de Historia viera por primera vez la silueta de una pirámide destacando sobre el desierto bajo un cielo increíblemente azul.
Antes de realizar un viaje, sobre todo si es un viaje largamente soñado y deseado, me veo envuelta en un mar de sensaciones contradictorias: ilusión y miedo se cocinan a partes iguales. En esta ocasión apuesto por la tranquilidad y la moderación, intentando reprimir accesos intempestivos de euforia, o de pesimismo. Procuraré no subirme a la parra y esperar a que sean los acontecimientos, las vivencias y las emociones las que vayan escribiendo la crónica del viaje que está por llegar.
De modo que haré lo posible por estar lo más serena y lúcida para sobrellevar el tiempo que me queda antes de subir al avión, porque os confieso que no me gusta nada volar, pero el deseo de visitar y conocer el país del Nilo puede con todos los miedos, resquemores y desconfianzas posibles. Así que prometo esforzarme por encontrarme en las mejores condiciones de emprender esta nueva aventura con la menor ansiedad por mi parte.
A la vuelta ya os contaré si lo imaginado y lo encontrado estaban en la misma zona de la realidad. Mientras tanto, quedan con vosotros mis mejores deseos para estos, y todos los días del año que está por venir y que los Reyes Magos vengan cargados de amor, ilusión, paz y alegría a partes iguales.
Os dejo un abrazo fuerte, fuerte y mi cariño.